A todos vosotros, que sabéis perfectamente quiénes sois:
Ya está bien. No os vais a reír más de nosotros y si lo volvéis a hacer (que seguro que pasará) que sea a sabiendas de quienes somos y cómo nos comportamos.
Ya está bien. No os vais a reír más de nosotros y si lo volvéis a hacer (que seguro que pasará) que sea a sabiendas de quienes somos y cómo nos comportamos.
Me sale de las entrañas hablar y
dirigirme hoy a toda esa gente tóxica, que se atreve a robarnos
parte de nuestro alma y corazón, que se atreve a colarse en nuestras
casas, de entrar hasta la cocina sin haber sido invitados y por
supuesto de darnos las sobras de todos sus sentimientos encauzados de
mala manera.
Lo hago por todos los que a veces nos
cuesta dar un no por respuesta (que aún somos varios), por todos los
que no tenemos miedo a entregarnos al prójimo, a mostrar nuestros
sentimientos ni a comunicarlos, por todos los que siendo valientes
sabemos que la pelota de la derrota está en nuestro tejado. Por
todos los que nos toca luchar día a día contra aquellos que vais
por la vida espada en mano y llevando toda la naturaleza por delante
sin miramiento a si aquello es justo, merecido o cualquier tipo de
moralidad que se os escapa de las manos.
A todos los que nos abofeteáis día a
día, nos tratáis a golpes y arañáis el corazón, por todos los
que somos cristal, transparente y frágil y a penas sabemos o podemos
curarnos las heridas y nos encontramos a altas horas de la madrugada
lamiendo las mismas como si fuéramos perros sin dueño que andan
desbocados y sin destino ninguno ni procedencia. Basta ya. Porque es
hora de protegernos, es hora de haceos saber, enemigos públicos,
quiénes somos y de qué forma estamos comprometidos a querer, a todo
el que nos besa, nos ofrece una caricia o nos sonríe y a veces nos
hace el amor. Qué grande os queda esa palabra. Amor.
A todos los que no os han enseñado a
querer en vuestras casas, colegios o donde sea que hayáis estado, a
todos los que (y perdonar por la expresión) sois unos discapacitados
emocionales, enfermos del alma y vacíos sentimentales con corazones
inexistentes, inertes y agonizantes.
Ya no nos vamos a compadecer de
nosotros mismos, lo vamos a hacer de vosotros que sois los que lo
necesitáis. Es triste veros desde fuera cuando nos dejáis algo de
margen para respirar, algo de hueco entre pulmón y pulmón cuando
dejáis de ahogar y apretar.
Cuántas veces nos habéis hecho sentir
seres agonizantes, habéis robado parte de nuestro querer y sin
nuestro permiso, os habéis llevado nuestra esencia, nuestro perfume
y nuestra marca. Somos reales, sentimos y padecemos a diferencia de
vosotros, nos duelen los arañazos, los zarpazos y las coces y no
pasa nada si me atrevo a reconoceros que nos habéis hecho llorar
mucho mientras vosotros estabais de celebración, de disfrute o
simplemente en calma. Hemos sido nosotros los que hemos perdido ante
vosotros, o más bien los que nos hemos dejado derrotar, pero
eso va a cambiar porque vamos a empezar a hacer trincheras, vamos a
empezar a crear muros y a cerrar bien las puertas de nuestros hogares.
Hemos sido minoría siempre los que no
hemos tenido miedo a querer ni a dejarnos querer, los que no nos ha
importado arriesgar, ni miraros a los ojos para haceros llegar
nuestro buen hacer. Habéis destruido nuestros pilares, derribado
nuestros muros y rotas todas las bases de la poca seguridad que
quedaba en nosotros. Nos habéis destrozado pero ya no.
Sabemos que todavía nos va a toca
perder varias batallas y no nos importa asumirlo, nadie nos dijo que
fuese a ser fácil pero sí que nos aseguraron un final prometedor,
quizás no del todo feliz, pero sí tranquilo, sí limpio de toda
mala conciencia, de cualquier tipo de remordimiento y con mucha paz.
Y con respecto a vosotros... Idos
preparando y concienciando porque la victoria no os va a durar
siempre, va a llegar un día en el que se entumezcan vuestras manos,
vuestras piernas se ablanden y posiblemente se quiebren también vuestras rodillas. Dejaréis de andar poco a poco, a cada paso y sentiréis
cómo se os va congelando el cuerpo, un aire frió que os entrará por
la boca y se irá haciendo con todo vuestro interior, hasta quedaros
de piedra, catatónicos y con la nulidad total del movimiento.
¿Y sabéis lo mejor de todo? Que
aunque lo creáis no estaremos allí para celebrarlo, porque
estaremos entretenidos, recuperándonos de la caída y posiblemente
disfrutando de nuestro esfuerzo, de nuestro trabajo que tantas veces
habéis destrozado, de la lucha a la que nos hemos visto sometidos.
Estaremos disfrutando de nosotros mismos, de todos los mimos que nos
tuvimos que dar y toda la Mercromina que tuvimos que usar.
Nos habéis hecho pecar de ira cuando
nuestro único pecado fue el de entregarnos en bandeja, en cuerpo y
alma y de la manera más real que supimos. No quisisteis nuestro amor
a pesar de haber bebido y alimentado de él cuando os ha interesado,
sin pensar en las consecuencias y el daño provocado. Pero ya está,
ya ha pasado parte de la tormenta, nos hemos protegido de ella
como buenamente hemos sabido y aún así, con nuestras carencias, hemos
sobrevivido.
No os preocupéis porque algún día
confío y deseo que os sea devuelto vuestro corazón que, durante
todos estos años, ha sido secuestrado en lo más alto de la más
alta torre y quizás por eso, hayáis tenido que secuestrar el
nuestro.
Nos recordaréis cuando viváis en
primera persona que no pedíamos tanto, que dolía mucho ser
maltratados y que por supuesto, teníamos la mejor de nuestras
intenciones para con vosotros. Para algunos será tarde, para otros
quizás estemos dispuestos a dar una última oportunidad y observaros
con lupa desde cerca pero estar tranquilos, que ni siquiera sabréis
de qué estoy hablando hasta que ese momento llegue. No os puedo pedir
que lo comprendáis, solo que lo viváis y que tratéis de mimar
vuestros actos. Daos cariño porque lo vais a necesitar.
Y me vais a perdona pero ya no os vamos
a tener miedo, ya no nos vais a asustar y ni a amedrentar. Ir
pasando, de uno en uno y en fila india porque esta vez no vais a
poder con nosotros.
Somos pocos pero valientes.
Mario.