viernes, 28 de junio de 2013

La Ciudad.

Iba en el tren, todo estaba oscuro, apenas podía ver por la ventana y no distinguía cuál era el paisaje que tenía en frente, en mi propia cara. Al llegar a la estación saqué mi maleta con tanto silencio que parecía que la noche se iba a romper, y con ese mismo silencio abandoné el tren después de atravesar tres andenes, no era casualidad. La maleta me llevaba y estaba empezando a hacerse de día cuando subí las escaleras de la estación, sinceramente, no se en qué ciudad estaba, pero lo que tenía claro es que era La Ciudad.

Cuando ya por fin tenía los dos pies pegados sobre el asfalto vi que todo era tan armonioso que tuve que  alzar la cabeza y mirar bien arriba. Me di la bienvenida.

Mario.

sábado, 8 de junio de 2013

¿Y si dejamos de respirar?

Lo volví a decir, dormir era como morir. Y me desperté, sin apenas poder abrir los ojos ya estaba despierto, fue de un sobresalto. Martizallos en mi cabeza, golpes duros que no pensaban volver. Lo que había pasado es que costaba que el aire llegara a mis pulmones y me hice la dura pregunta temblando: ¿Y si dejamos de respirar? Fue terminar la última palabra y rompí a llorar, lo hice por todos los meses que tenía pendiente hacerlo. Sentí a la hienas reírse a mis espaldas y lo que hice fue abrir la jaula de las leonas aunque no se por qué no quisieron salir, no había nada más heroico y profundo. Rompí el cielo y aquella mañana prometió desaparecer, rompimos la promesa y empezó a llover, el verbo fingir se repetía en mi sien y mientras, la niña paseaba sin zapatos por el norte de España. Llegué a la estación de autobuses, el único requisito que pedí en taquilla era que el destino tuviese playa, el resto me daba igual. Me empezaron a llegar a la cabeza miles de imágenes de gente llegando a los aeropuertos, puertos marítimos, estaciones de trenes y hasta carreteras vacías, yo quería una historia así, sin sobresaltos. Seguía llorando pero esta vez riendo a la vez. Quise romper las ventanas y las cristaleras y me hice de plástico para poder fundirme aunque lo hice sin sentir ese ardor dentro de mi. Cuando me bajé del autobús la bofetada de olor a mar me llenó de vida y me hizo acordarme de que estaba allí, que había llegado. Allí no había nadie, así que decidí correr.


Mario.

martes, 4 de junio de 2013

Las flores no crecen los lunes.

Dormir era como morir. El Sol quemaba mis párpados, sin apenas poder pronunciarme, algo hizo que enmudeciera por dentro. Dejé de inmunizarme, aquel primer día de mes me di cuenta de que las flores no crecen los lunes, mientras caminaba, andaba sin parar, llevaba tantos kilómetros encima que había perdido la cuenta, había perdido tanto que olvidé hasta el equipaje en el último albergue. A escasas horas de parar en seco encontré un cartel, el camino era áspero y no veía el final, me recordaba a cuando te sientas a orillas del mar y juegas a imaginar dónde termina y te preguntas en qué momento dejará de haber agua. El cartel anunciaba una fiesta, algo me decía que yo tenía que estar allí, y no por gusto precisamente. Apunté todos los datos en la libreta que ya formaba parte de mi y la volvía a guardar en el bolsillo. Seguía caminando y se me pegaba el aire en la piel, cada vez más, cada vez más. Encontré caras conocidas a lo largo de este viaje, esas caras me hacían muecas como intentando querer decirme algo importante, se habían quedado mudos, como yo. Aparecían y desaparecían, reían, lloraban, enfurecían y carcajadas rompían el silencio ahora, un silencio que ya taladraba en mi interior. Había perdido toda la normalidad que llevaba encima. Por un momento me olvidé de todo el silencio e imaginaba escenas de aquella fiesta, bailando, bailando sin parar, bailando hasta perder la soledad. Era tan divertido. Me rendí a la culpa y dudé de mi existencia, pero solo por segundos. Empecé a notar el mismo el mismo calor que cuando quemaba en mis párpados, esta vez por todo el cuerpo, me dejé de vencer y llegué. Había remontado.

Volví a casa, lo primero que hice fue tumbarme en el sofá y sin darme cuenta me quedé dormido.

¡Que empiece la fiesta!

Mario.

domingo, 2 de junio de 2013

Con lo que no habían contado.

Ella no iba caminando aquella mañana cuando salió de casa, eran sus piernas quien habían decidido tener vida propia días atrás. Había dejado de respirar sin apenas darse cuenta, quiso continuar viviendo, que no respirando. Con lo que no contaba era con que los días nos hacen más completos y las noches nos destrozan. Los pájaros hacía un par de horas que empezaron a cantar, la lluvia ya abofeteada su cara y tenía los labios cortados. ¿A dónde iba?. Había salido de casa. 
Sus ojos también habían dejado de ver, por lo que solo ya miraban con poco entusiasmo. Noches atrás se agarró bien fuerte las manos y se dijo a si misma: "A estas alturas deberías saber ya cómo actuar". Con lo que no había contado es con que se acababa de enterrar al pronunciar esas palabras, con que esa frase la había llevado a profanarse dentro de aquel ataúd en forma de pájaro y con que la iba a costar ver la luz del sol hasta años después. Ella escribía canciones para nadie cuando menos lo esperaba, escribía historias y a veces hasta poemas, con lo que no habían contado era con la manera en la que se ella se desgarró frente al piano cuando escribió aquella canción. Desde entonces estaba vacía por dentro, pero aunque os sorprendáis seguía haciendo vida propia, era maravilloso. Me recordaba a la peculiar forma que tienen de caminar las avestruces, la forma de pronunciarse de los tucanes, y la clase impregnada de los anaranjados flamencos. Pasaron días, meses y años y el gélido glaciar era lo único que habitaba dentro de ella, pero sin darse cuenta  el tiempo hizo que volviese a respirar, todo tan repentino como irónico. Meses después la encontraron camiando por el paseo que bordeaba aquella playa que tanto añoraba, se dice que mientras iba caminado fijó su mirada en la ventana de aquel primero del edificio central, a los pocos segundos salió un chico por la ventana, la miró y la sonrió pícaramente.
Con lo que no contaba era con que acaba de cambiar su vida por completo. Te lo merecías tanto.

I'll fin de the way.

Mario.