Dejé de hacerlo yo, a partir de ahora no me iba a encargar de eso, me iba a encarga solo de las cosas que dependían de mi. Fue entonces cuando a la mañana siguiente el sol salió, los pájaros cantaban y salí a mi balcón a fumar el primer cigarrillo de esta temprana primavera que hoy llegaba. No cabía en mi, era como si el sol recargará las pilas que todos llevamos dentro, y yo me encontraba con toda la energía puesta en mi corazón. Sonreía sin saber por qué y cuando más me despisté apareciste, aunque aún no se si para quedarte. No sabía qué decir porque no me apetecía decir nada ni lo iba a hacer, solo sonreía como un payaso de esos de colores que a veces rompen a llorar. El sol seguía chocando en mi cara y cuando ya me iba a ir, sin pensarlo te lo dije: Te invito a un vals.
Mario.
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